Se sabe que Juan María de la Mennais no escribió ningún tratado de
pedagogía. Sin embargo, haciendo relectura de sus primeros escritos podemos seguir
descubriendo claves para orientar nuestra práctica educativa con color
menesiano.
A través de la crítica de la enseñanza del sistema lancasteriano y
teniendo en cuenta su propia experiencia como educador, el futuro Fundador de
escuelas, deja aparecer trazos de los fundamentos de su perspectiva acerca de
uno de los conceptos que más condicionan la práctica educativa de todos los
tiempos: el desarrollo de la
inteligencia. La repercusión de este concepto en educación lo demuestra, por ejemplo, la
interpretación que se le dieron a los textos de Alfred Binet. En su origen, la finalidad de su test, no consistía en clasificar individuos según su coeficiente intelectual; sino, identificar niños
que no estuvieran aprovechando su escolaridad en las escuelas públicas de París
al comienzo del siglo XX, de forma de diseñar nuevos programas educativos para
ayudarles a encaminarse. Sin negar la existencia de las diferencias
individuales entre los niños, él creía que la educación y la práctica podía
provocar cambios fundamentales en la inteligencia de una persona [1].
Con el tiempo, los aportes de A. Binet se han convertido principalmente en un instrumento de clasificación de los
estudiantes.
Por su parte, el Vicario Capitular de Saint-Brieuc en la breve
publicación que difunde en la diócesis a fin de prevenir acerca del nuevo
método, en pocas líneas nos abre todo un horizonte sobre su concepción de la
inteligencia.
Afirma Juan María de la Mennais, “…en
la escuela, con la ayuda de un monitor y su varilla, les priváis de todo
esfuerzo mental; en el colegio, habrá que hacerles estudiar en silencio y que
se acostumbren a luchar solos contra las dificultades, a aclararlas, a
vencerlas, para que, mediante estos combates constantemente renovados, ante
dificultades siempre nuevas, se fortifique y se desarrolle su inteligencia. …
Por otra parte ¿quién no concibe
que la tranquilidad, el recogimiento que reina en las clases de los Hermanos [2]
tiene una mayor influencia en el progreso del espíritu, mientras que ese continuo
ruido y rotación, en un lugar cerrado, debe tener efectos nefastos en la
inteligencia futura del niño? “La experiencia, dice el Sr. de Bonald,
primeramente está aquí de acuerdo con la manera de razonar, ya que nos
separamos de todos los objetos ruidosos; imponemos silencio a nuestro
alrededor, y a nosotros mismos, cuando solicitamos alguna atención a nuestra
mente”. [3]
Algunas inferencias para orientar nuestra práctica
educativa contemporánea:
· Según
estas palabras de Juan María, la inteligencia no es una capacidad fija, sino
que se la puede desarrollar. Educar no se reduce a transmitir contenido al
ritmo de un bastón de mando, o de una computadora. El conocimiento se construye
en la mente del estudiante, y esto supone esfuerzo.
· El
desarrollo de la inteligencia se realiza a través de 'combates', se podría
interpretar a nuestro lenguaje educativo contemporáneo, por medio de la
resolución de problemas o conflictos cognitivos.
· Estos
‘combates’ con los cuales se enfrenta el estudiante van cambiando, no son
estáticos. Hoy sabemos que estos cambios se producen por el desarrollo
evolutivo y por la influencia socio-ambiental. Una de esas influencias será el
mismo educador y el entorno por él creado para orientar el aprendizaje.
· Juan
María subraya la capacidad personal para resolver estos problemas. Los
estudiantes incrementan la capacidad de lucha, ‘resiliencia’.
· Razonar
supone tiempos de atención sostenida, recogimiento, silencio. Ya en su tiempo Juan María proponía dar tiempo al cerebro para captar y construir significado.
· Critica
al sistema de la escuela mutua por ser mecánico. El acento está puesto en la
repetición del resultado. En cambio, Juan María, enfatiza el proceso.
· En sus
aportes, se echa en falta la referencia a la dimensión social del conflicto y
de su resolución. Acerca de la incidencia de la educación en el medio
socio-ambiental, posteriormente el Fundador abrirá nuevas perspectivas a su
pensamiento pedagógico:
“Podría, no sólo, ofrecer a estos desdichados niños
un asilo donde serían educados cristianamente y al abrigo de las tentaciones de
la miseria, sino además aprovechar de estas circunstancias para extender por
Bretaña el conocimiento de los mejores métodos de agricultura y de las artes.
Tengo ya, en mi casa de los Hermanos de Ploërmel, a algunos obreros maestros
mucho más inteligentes y más hábiles que los son generalmente los de nuestra
región, y que, en consecuencia, serían apropiados para secundar mis planes. “ [4]
La concepción menesiana de la inteligencia posee en sus orígenes
criterios que pueden orientar la práctica educativa de las nuevas generaciones
para un mundo cambiante. “Nuestros niños
van a trabajar con conocimiento que no ha sido descubierto aún, con tecnologías
que no han sido inventadas aún, y van a resolver grandes problemas, que
nosotros no hemos resuelto aún.”[5]
Una condición fundamental para ello es que los educadores de un centro
menesiano alcancen un consenso acerca de su forma de concebir la inteligencia y
su forma de desarrollarla. El concepto de inteligencia que sostengan
proporcionará luz para determinar la forma de enseñar y de evaluar.
Junto al concepto de inteligencia, Juan María subraya ya en su época la
importancia de proporcionar al estudiante momentos de silencio. Hoy estamos
siendo testigos del retorno de la necesidad de crear ambientes en los que se
permita al niño-joven contactar con su mundo interior para potenciar la
creatividad y el bienestar personal. Basta la siguiente cita como muestra: “En las clases, es beneficioso crear más
momentos en los que las ideas puedan ser incubadas y encontrar maneras de desacelerar
el frenético ritmo de la vida escolar. De hecho, si pretendemos desarrollar la
intuición en los niños, ‘es esencial hacer espacio a la exploración y a los
sentimientos, no sólo para el análisis y la memorización’ (Cloninger 2006,
p.26)”.[6]
[2]
Hace referencia a los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
[5] Darling-Hammond,
Linda, (2018), https://ed.stanford.edu/news/teaching-profession-which-all-other-professions-depend-linda-darling-hammond-transforming
[6]Lucas, B., and Spencer, E., (2017), Teaching creative
thinking, Crown House Publishing Limited, UK, p.91.
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