Señor, te pido que eduques mi corazón
para que me deje interpelar por estas situaciones,
al punto de que tus palabras:
"Dejen que los niños vengan a Mí",
no sean un simple slogan en mi vida.
Que me desviva para que los pequeños no sufran
las diferentes formas de esclavitud de nuestro siglo, y
disfruten de una infancia en la que puedan
jugar, aprender, amar y ser amados.
Señor, no permitas,
que me resigne a vivir una vida acomodada.
Sigue guiando mis pasos,
para que la palabra Hermano
evoque lazos concretos con los pequeños.
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