jueves, 19 de agosto de 2010

"Tengamos un corazón verdaderamente católico…” JMLM



Tengamos un corazón verdaderamente católico; que todos los que como nosotros trabajan por engrandecer su patrimonio y el reino de Jesucristo nos sean siempre muy queridos; interesémonos por sus obras y trabajos tanto como por los nuestros." ( A. 125)

Terminada la Sesión de Formación en Ploërmel, me encuentro en París próximo a mi regreso a Uruguay. Aprovecho la ocasión para descansar un poco, y ponerme al día con la lectura de libros que dejé en suspenso hasta encontrar el tiempo oportuno para su lectura. El odio no tendrá la última palabra (La haine n’aura pas le dernier mot, Christel Martin,Albin Michel, 2005)

No dudo que se pueden encontrar referencias de Marguerite Barankitse en internet. Les animo a ello para tomar contacto con Maggy, la mujer de los 10.000 niños.

“En Burundi, país vecino a Rwanda, devastado por las masacres interétnicas, la miseria y el sida, una mujer excepcional se desvive para que el odio no tenga la última palabra. Ese odio, Marguerite Barankitse, a quien todos llaman Maggy, lo ha vivido en su expresión más inhumana cuando en 1993 setenta y dos personas fueron asesinadas ante sus ojos. En el corazón de esta barbarie, ella, a riesgo de su vida, salvó veinticinco niños antes de recoger otros cientos durante el infierno de la guerra civil. Dotada de fuerzas insospechadas nacidas de sentimientos de cólera, pero también de su fe cristiana como de su amor por la vida, construyó en transcurso de los años un verdadero sendero de esperanza. Más de diez mil niños son alimentados, escolarizados, reintegrados a sus familias o reunidos en casas en las que se reinventa la responsabilidad solidaria. Sobre todo, ellos se benefician de un educación a la paz, al perdón y al respeto que hace de ellos una nueva generación de jóvenes ciudadanos que entienden su humanidad más allá de toda pertenencia étnica – hutu, tutsi o twa.”

ALGUNOS DE SUS PENSAMIENTOS

 “Nuestro miedo más profundo no es que nosotros no estemos al a altura de las circunstancias. Nuestro miedo más profundo es que nosotros podemos mucho más que nuestros límites. Es nuestra luz y no nuestra oscuridad la que nos asusta. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, radiante, talentoso y maravilloso? En efecto, ¿quién eres tú para no serlo?” Maggy, p.114

Una atención particular es también dada a la reeducación de jóvenes niños soldados con un pasado difícil, enrolados en la guerra desde muy temprana edad. En 2004, se estimaba una cantidad de 7000. “Ellos han sido privados de la primera muestra de ternura. Tienen más necesidades que otros jóvenes. La principal dificultad que enfrentan es haber perdido la confianza en los adultos. Si no nos preocupamos de estos niños, ellos se convertirán en una verdadera bomba más adelante. Pero es la mirada la que puede curar. Yo no los miro como niños criminales. Se les puede ayudar dándoles responsabilidades que les ayuden en convertirse en seres autónomos.” Maggy, p. 190

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