sábado, 1 de diciembre de 2018

UNA INTUICIÓN PEDAGÓGICA CASI BICENTENARIA



Se sabe que Juan María de la Mennais no escribió ningún tratado de pedagogía. Sin embargo, haciendo relectura de sus primeros escritos podemos seguir descubriendo claves para orientar nuestra práctica educativa con color menesiano.

A través de la crítica de la enseñanza del sistema lancasteriano y teniendo en cuenta su propia experiencia como educador, el futuro Fundador de escuelas, deja aparecer trazos de los fundamentos de su perspectiva acerca de uno de los conceptos que más condicionan la práctica educativa de todos los tiempos:  el desarrollo de la inteligencia. La repercusión de este concepto en educación  lo demuestra, por ejemplo,  la interpretación que se le dieron a los textos de Alfred Binet. En su origen, la finalidad de su test, no consistía en clasificar individuos según su coeficiente intelectual; sino, identificar niños que no estuvieran aprovechando su escolaridad en las escuelas públicas de París al comienzo del siglo XX, de forma de diseñar nuevos programas educativos para ayudarles a encaminarse. Sin negar la existencia de las diferencias individuales entre los niños, él creía que la educación y la práctica podía provocar cambios fundamentales en la inteligencia de una persona [1]. Con el tiempo, los aportes de A. Binet se han convertido principalmente en un instrumento de clasificación de los estudiantes.

Por su parte, el Vicario Capitular de Saint-Brieuc en la breve publicación que difunde en la diócesis a fin de prevenir acerca del nuevo método, en pocas líneas nos abre todo un horizonte sobre su concepción de la inteligencia.


Afirma Juan María de la Mennais, “…en la escuela, con la ayuda de un monitor y su varilla, les priváis de todo esfuerzo mental; en el colegio, habrá que hacerles estudiar en silencio y que se acostumbren a luchar solos contra las dificultades, a aclararlas, a vencerlas, para que, mediante estos combates constantemente renovados, ante dificultades siempre nuevas, se fortifique y se desarrolle su inteligencia. …

Por otra parte ¿quién no concibe que la tranquilidad, el recogimiento que reina en las clases de los Hermanos [2] tiene una mayor influencia en el progreso del espíritu, mientras que ese continuo ruido y rotación, en un lugar cerrado, debe tener efectos nefastos en la inteligencia futura del niño? “La experiencia, dice el Sr. de Bonald, primeramente está aquí de acuerdo con la manera de razonar, ya que nos separamos de todos los objetos ruidosos; imponemos silencio a nuestro alrededor, y a nosotros mismos, cuando solicitamos alguna atención a nuestra mente”. [3]

Algunas inferencias para orientar nuestra práctica educativa contemporánea:

  ·  Según estas palabras de Juan María, la inteligencia no es una capacidad fija, sino que se la puede desarrollar. Educar no se reduce a transmitir contenido al ritmo de un bastón de mando, o de una computadora. El conocimiento se construye en la mente del estudiante, y esto supone esfuerzo.

· El desarrollo de la inteligencia se realiza a través de 'combates', se podría interpretar a nuestro lenguaje educativo contemporáneo, por medio de la resolución de problemas o conflictos cognitivos.

·  Estos ‘combates’ con los cuales se enfrenta el estudiante van cambiando, no son estáticos. Hoy sabemos que estos cambios se producen por el desarrollo evolutivo y por la influencia socio-ambiental. Una de esas influencias será el mismo educador y el entorno por él creado para orientar el aprendizaje.

· Juan María subraya la capacidad personal para resolver estos problemas. Los estudiantes incrementan la capacidad de lucha, ‘resiliencia’.

· Razonar supone tiempos de atención sostenida, recogimiento, silencio. Ya en su tiempo Juan María proponía dar tiempo al cerebro para captar y construir significado.

·  Critica al sistema de la escuela mutua por ser mecánico. El acento está puesto en la repetición del resultado. En cambio, Juan María, enfatiza el proceso.

· En sus aportes, se echa en falta la referencia a la dimensión social del conflicto y de su resolución. Acerca de la incidencia de la educación en el medio socio-ambiental, posteriormente el Fundador abrirá nuevas perspectivas a su pensamiento pedagógico:

“Podría, no sólo, ofrecer a estos desdichados niños un asilo donde serían educados cristianamente y al abrigo de las tentaciones de la miseria, sino además aprovechar de estas circunstancias para extender por Bretaña el conocimiento de los mejores métodos de agricultura y de las artes. Tengo ya, en mi casa de los Hermanos de Ploërmel, a algunos obreros maestros mucho más inteligentes y más hábiles que los son generalmente los de nuestra región, y que, en consecuencia, serían apropiados para secundar mis planes.[4]

La concepción menesiana de la inteligencia posee en sus orígenes criterios que pueden orientar la práctica educativa de las nuevas generaciones para un mundo cambiante. “Nuestros niños van a trabajar con conocimiento que no ha sido descubierto aún, con tecnologías que no han sido inventadas aún, y van a resolver grandes problemas, que nosotros no hemos resuelto aún.”[5]

Una condición fundamental para ello es que los educadores de un centro menesiano alcancen un consenso acerca de su forma de concebir la inteligencia y su forma de desarrollarla. El concepto de inteligencia que sostengan proporcionará luz para determinar la forma de enseñar y de evaluar.

Junto al concepto de inteligencia, Juan María subraya ya en su época la importancia de proporcionar al estudiante momentos de silencio. Hoy estamos siendo testigos del retorno de la necesidad de crear ambientes en los que se permita al niño-joven contactar con su mundo interior para potenciar la creatividad y el bienestar personal. Basta la siguiente cita como muestra: “En las clases, es beneficioso crear más momentos en los que las ideas puedan ser incubadas y encontrar maneras de desacelerar el frenético ritmo de la vida escolar. De hecho, si pretendemos desarrollar la intuición en los niños, ‘es esencial hacer espacio a la exploración y a los sentimientos, no sólo para el análisis y la memorización’ (Cloninger 2006, p.26)”.[6]




[1] Cfr. Dweck, C., (2006), Mindset, p.4.
[2] Hace referencia a los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
[3] Jean-Marie de la Mennais, De l’enseignement mutuel.
[4] Jean Marie de la Mennais Al ministro Guizot, 1833. L. II 85 – 86
[6]Lucas, B., and Spencer, E., (2017), Teaching creative thinking, Crown House Publishing Limited, UK, p.91.

No hay comentarios: